lunes, 23 de junio de 2014

Vivir con dos vikingos

Este fin de semana mi casa se ha convertido en un hospital de campaña. Empezando por mi hijo y terminando por el padre. Ambos son vikingos y ambos se enferman con bastante frecuencia. No sé por qué tenía la sensación de que los vikingos nunca e ponían malos. El primero, el pequeño, tiene pase porque aún es pequeño. Pero el grande, el pobre, siempre se pone enfermo en las ocasiones menos adecuadas, si es que alguna ocasión lo es, claro.

En fin, que he pringado todo el fin de semana. Menos mal que al estar desempleada esta semana la podré dedicar a reponerme. Es lo bueno que tiene no tener trabajo. Siempre me digo lo mismo. Desde hace dos años. De hecho, ya casi no me acuerdo ni cómo funciona el outlook (sólo lo he utilizado en entornos laborales), ni windows en general, la verdad.

Qué pena. Todo el mundo me decía: "con la formación que tú tienes y los idiomas que hablas, no te costará nada encontrar trabajo". Si nada son dos años, vale. Pero creo que se referían a algo más inmediato. Manda narices que a mis 20 tenía más ofertas que a mis 34 con dos licenciaturas más. Hubo una vez en la que rechazaba trabajos por tener otros. Qué tiempos aquellos en los que una llegaba a Alemania y al día siguiente estaba trabajando. Y solapaba varios trabajos. Mi informe de vida laboral sigue una curva indiscutiblemente descendente. Mi madre me decía: "no tengas tanta prisa por trabajar, tú estudia primero que ya te cansarás de fichar durante muchos años". Claro que sí. Esa era la idea que teníamos antes: que uno estudiaba y después trabajaba.

Así pues, ¿qué les diremos a nuestros hijos? "Tú trabaja, hijo mío, que a partir de los 35 nadie te contrata".

A estas alturas de la vida me estoy planteando un reciclaje. Es una manera bonita de describir algo que en realidad es un culo: tirar por la borda todos tus estudios, experiencia y sacrificios de becario para dedicarte a algo totalmente diferente.

De momento, seguiré dedicando mis mañanas a enviar cv en masa y a escribir para desahogarme.

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